Cobrar para macadamizar

El macadamizar dio un giro a la construcción de carreteras aportando al mundo nuevas rutas más eficientes y duraderas en el tiempo.
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Columnista invitado: Hans Rothgiesser


Desde las épocas en que las tribus germánicas cobraban un monto a los viajeros que querían atravesar los caminos en las montañas existe el concepto del peaje. El Imperio Romano lo formalizó, creando un sistema de pasajes con parámetros. Es más, en la mitología griega ya se menciona a un personaje que cobra una moneda por dejar pasar a los muertos al Inframundo, lo que inició la costumbre de colocar dos monedas en los ojos de los fallecidos, de tal manera que estos tuvieran con qué pagar ese peaje.

Y aún cuando excepcionalmente ladrones tomaran el control de alguna zona de paso para maquillar su extorsión, el peaje ya era algo natural cuando llegó la edad media. Entonces aparecían otros sistemas como el de los puentes, donde el aporte que daba toda embarcación para pasar por debajo de ellos era lo que pagaba su mantenimiento. Esto estaba tan formalizado, que incluso castillos fueron construidos junto a ríos para hacerlo funcionar. Ejemplo de esto son el castillo Loevestein en Holanda o el Kronborg en Dinamarca.

El concepto ya estaba establecido cuando la revolución industrial en el Reino Unido llevó a un fuerte incremento en la demanda del servicio de transporte de carga por las carreteras del país. Se incrementó la necesidad de mantener estas pistas en buen estado, demanda que el gobierno no estaba pudiendo cumplir, Por lo que se decidió probar algo nuevo. Y así nació el histórico Turnpike Act, en 1707, por el cual se entregaba a privados la responsabilidad de mantener tramos de las carreteras en buen estado, a cambio del derecho a cobrar un peaje.

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En todos los años que funcionó este sistema, hubo algunos concesionarios que abusaron de su posición. No obstante, hubo también otros que hicieron todo lo contrario. Uno de estos fue John Loudon McAdam. el menor de los diez hijos del Baron de Waterhead , y segundo hijo hombre. En 1770, a la edad de catorce, se fue a vivir a Nueva York, en donde tuvo una brillante carrera como comerciante aprovechando las oportunidades que surgieron de la revolución norteamericana. Hizo una fortuna y regresó a Escocia en 1783, específicamente a Ayrshire, en donde compró propiedades.

Se involucró en los asuntos de la región, participó de la rentable industria del carbón y de la del metal. También se hizo de la concesión de la Ayrshire Turnpike y se dedicó al día a día de la construcción de carreteras los próximos diez años. En 1802 se mudó a Bristol en Inglaterra para dirigir una corporación dedicada a esto. En 1870 empujó ideas en el parlamento para mejorar el sistema. Escribió ensayos al respecto. Propuso que las carreteras debían ser construidas por encima del terreno, en una plataforma de piedra y grava. En 1816 comenzó a reconstruir vías en Bristol usando este nuevo método, el cual es considerado como el más importante avance en la construcción de carreteras desde los tiempos de los romanos. Es conocido como la macadamización o el macadam (por el apellido McAdam).

Siendo resistente y costo efectivo, no es de sorprender que éste fuese un método que se expandiera rápido por el mundo. Alrededor de 1830, en Estados Unidos se completó la Vía Nacional usando el macadam. Para finales del siglo 19, casi todas las vías principales de Europa habían sido tratadas con este método.

Para John Loudon McAdam, los peajes no eran el objetivo, pues su pasión no era hacer dinero, sino construir mejores vías. Y a través de esta pasión llegó al método innovador que terminó posicionándose.


*Economista de la Universidad del Pacífico con maestría en periodismo por la Universidad de Gales (Reino Unido). Actualmente miembro del Consejo Consultivo del Grupo Stakeholders.

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