Combinando ciencia y arte para entenderla mejor

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Columnista invitado: Hans Rothgiesser*


El pequeño Henry, hijo único que quedó huérfano de padre cuando tenía cinco años, vivió su infancia en Lyme Regis, Reino Unido. Allí conoció y estableció una profunda amistad con Mary Anning, quien luego sería conocida como una precursora de la paleontología y coleccionista de fósiles, que contribuyó al entendimiento de la vida prehistórica. A los 14 años de edad, Henry debió enlistarse en la Real Academia Militar. Pero ya en tiempo de paz, se unió a la Sociedad Geológica de Londres, en donde comenzó a sobresalir como coleccionista de fósiles e ilustrador científico.

En 1830 publicó una serie de ilustraciones para fomentar una representación más adecuada de las formaciones geológicas. Para su época fue muy novedoso.  De hecho, es en la combinación de las artes gráficas con la difusión científica donde reside uno de sus más grandes aportes. Para ello debemos volver a su Amistad con Mary Anning: Mientras a ella no le permitían ser parte de las sociedades de científicos por ser mujer y algunos de sus descubrimientos eran atribuidos injustamente a científicos hombres, De la Beche buscó maneras de ayudarla. Una de éstas fue la ilustración que hizo en 1830 basada en tres de los descubrimientos de Anning: una forma de ictiosaurio, un plesiosaurio y un dimorfodón, llamada Duria Antiquior.

Duria Antiquior tiene el título de ser la primera representación visual artística de una escena de la vida prehistórica basada en evidencia científica, hecha sobre la base de reconstrucciones fósiles. Todas esas imágenes pintadas de la vida de los dinosaurios que podemos encontrar en Google Image Search hoy le deben las gracias a De la Beche.  Este género hoy llamado “paleoarte” incluso se estudia en la universidad. Pero, en 1830 fue muy novedoso y llamó mucho la atención.

La primera versión de Duria Antiquior fue pintada en acuarela y le reconocía créditos de Mary Anning. Luego, De la Beche le pidió al artista profesional Georg Scharf que produzca litografías basadas en la obra, las cuales vendió para recaudar fondos que le fueron entregados a Anning.  La imagen fue usada con fines educativos y circuló mucho en redes de científicos. Influenció a la ilustración científica, que estaba comenzando a ser más popular en libros y revistas.

William Buckland tomó los hallazgos de Anning y los plasmó en publicaciones comentando los hábitos alimenticios de ciertos animales prehistóricos sobre la base de sus heces fosilizadas. Esta descripción fue la que motivó a De la Beche a ilustrar la vida de esas criaturas.  Él ya había trabajado antes con otro científico, William Conybeare en representar fósiles marinos de reptiles, incluyendo el primer esqueleto de ictiosaurio reconocido.

De la Beche usó también su talento artístico para debates científicos de la época. Por ejemplo, para oponerse a las ideas de Charles Lyell, que proponía que la historia geológica y biológica era cíclica, de tal manera que en la Tierra volverían a caminar dinosaurios eventualmente, dibujó a un profesor universitario con cara de Ictiosaurio sosteniendo un cráneo humano analizándolo frente a la clase.

Lamentablemente en el plano personal De la Beche dejó mucho que desear: su esposa reportó que era imposible vivir con él y lo abandonó con sus dos hijas.  Además, por tradición familiar era propietario de esclavos, lo que le causó problemas incluso póstumamente.

En 1843 donó sus propios libros para establecer la biblioteca del Museo de Geología Práctica, del cual fue su primer director. Cada vez más muestras y especímenes fueron llegando a Londres y su local original no se dio abasto. Así, en 1851, se mudaron a un nuevo establecimiento en donde también funcionó la Real Escuela de Minas y otras oficinas públicas relacionadas a las ciencias.


*Economista de la Universidad del Pacífico con maestría en periodismo por la Universidad de Gales (Reino Unido). Actualmente miembro del Consejo Consultivo del Grupo Stakeholders.

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