Con tu fastidio prueba que eres humano

Conocemos muchos casos de "males necesarios", pero ¿conoces la historia detrás del captcha?
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Columnista invitado: Hans Rothgiesser


Captcha es esa molestosa pregunta que te hace una página web cuando estás abriendo una nueva cuenta de correo electrónico o abriendo un perfil en una red social para saber si eres humano: A veces leyendo una palabra distorsionada, a veces pidiéndote identificar semáforos, pero siempre dejándonos esa sensación de haber perdido el tiempo. Esta, aparentemente, no es la perspectiva de Luis von Ahn, quien se presenta en eventos como uno de los creadores de ese conocido elemento del internet.

Cuando la gente lo escucha decirlo, cuenta, suelen responderle que lo odian, aunque eventualmente aceptan que es un mal necesario. Con el pasar de los años, Luis von Ahn ha aprendido a tomárselo con humor, porque no le queda otra opción. Pero, además, eso es exactamente lo que él opina al respecto. Que es un mal necesario. Es que el Captcha no siempre fue tan cotidiano como hoy. En su momento fue un invento novedoso diseñado para solucionar un problema concreto.

Desde los inicios del internet, programas automatizados creaban cuentas gratuitas por millones en diversas plataformas como Yahoo! desde las cuales enviaban spam. Esto se estaba volviendo un problema inmanejable por distintas razones: Por un lado, generaba carga de uso para estas plataformas creando costos que amenazaban con hacerlas inviables. Por otro, hacía perder el tiempo a los usuarios con cada vez más mensajes indeseados que había que borrar. De allí que existiese la necesidad de crear alguna especie de filtro que no pudiera ser reconocido por computadoras.

Captcha se convirtió no sólo en un mal necesario, sino en un mal efectivo. En el año 2000 lo comenzó a aplicar idrive.com; En el 2001, lo comenzó a probar PayPal. Poco más tarde ya era tan común en internet que empezamos a ni siquiera registrarlo al contestarlo. Y es que funciona. Mantiene el spam en las páginas web a un mínimo, así como los protocolos para minar data de usuarios mucho menos frecuentes.

Luis von Ahn ingresó a la universidad Duke, en donde estudió matemáticas. Se graduó en el año 2000. En el año 2005 recibió su doctorado de la universidad Carnegie Mellon. Pero para ingresar a estas universidades, siendo guatemalteco, debió incluso volar a El Salvador a tomar el examen Toefl, porque en su país no había una institución autorizada para realizar esa evaluación.

Ya en el 2007, von Ahn inventaría reCaptcha, una nueva forma de Captcha que ayudaba a digitalizar libros. Él pensó que, si se le estaba pidiendo a seres humanos tipear palabras que se mostraban en imágenes distorsionadas, tenía que haber alguna forma de sacarle provecho a eso sin dejar de funcionar como filtro. Con reCaptcha, las imágenes que se muestran no son aleatorias, sino escaneos de libros viejos con palabras que los softwares de reconocimiento de caracteres no pueden identificar. La misma imagen es mostrada a múltiples usuarios para que confirmen que la palabra tipeada es la correcta. Se estima que al día más de 40 millones de palabras son contribuidas.

Con esta segunda innovación, le dio sostenibilidad a la molestia que había creado, pero que continuaba solucionando un problema que persiste. No obstante, ahí no ha acabado su contribución al mundo. En el 2009 se juntó con un alumno suyo y crearon Duolingo, una plataforma educativa que ayuda a aprender nuevos idiomas. Para 2020 Duolingo ya estaba valorizada en mil quinientos millones de dólares.


*Economista de la Universidad del Pacífico con maestría en periodismo por la Universidad de Gales (Reino Unido). Actualmente miembro del Consejo Consultivo del Grupo Stakeholders.

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