Eduardo Herrera, de CPA: «Legislar ‘desde arriba’ amenaza la transformación digital»

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Los niveles sistémicos de desobediencia de una población que se inclina a rehuirle a la formalidad como consecuencia de normas pensadas “desde arriba” es el argumento central del último informe trimestral “mesa de Partes” del Consejo Privado Anticorrupción, institución sin fines de lucro que busca, a través de la visibilización de las causas que derivan en patrones sociales nocivos, fomentar su cambio en pro del bienestar del país. Para entender en profundidad cómo esta tendencia legislativa nacional nos afecta, eBIZ tuvo una conversación con Eduardo Herrera, su representante.

¿En qué consiste esta tendencia que tenemos a “legislar desde arriba” permanentemente y qué problemas causa?

Hay un problema endémico de diseño institucional -no es solamente de este Gobierno- de cómo se emiten las normas desde el Poder Ejecutivo, los gobiernos municipales y regionales: una forma totalmente unilateral, sin ningún tipo de debate ni visibilidad previa. Tú te enteras cuando la norma ya está emitida, a veces sin ningún criterio o rigor científico y muchas veces de una manera inaplicable. O también, cuando aquellas (normas) tienen incluso un poco más de visibilidad, transparencia o escrutinio público, como es el caso del Congreso. En ambos casos están mal diseñadas y pensadas “desde arriba”

¿Por qué decimos desde arriba? porque no parten del lugar de una persona común y corriente. Un ejemplo: En los primeros dos primeros meses el mensaje fue contradictorio, porque te decían “quédate en tu casa”, “no salgas de tu casa”, “trabaja desde tu casa” pero la norma fundamental de la emergencia prohibía el comercio electrónico. Entonces no podías comprar computadoras, routers… ¡nada!

Si te dicen trabaja desde casa, pero a la vez no te dan las facilidades para poder construir ese espacio con el cual poder trabajar desde casa de manera formal ¿qué cosa propicia?

Mercado negro sin duda, o mal desempeño de funciones. Eso se evidencia en lo que ha pasado con los estudios, con la educación a distancia: se ha generado una necesidad que no puede ser satisfecha de manera formal y, cuando existe un mal diseño (normativo) o falta transparencia, la necesidad no desaparece, sino que propicia la aparición de un mercado negro.

«Tú te enteras cuando la norma ya está emitida, a veces sin ningún criterio o rigor científico y muchas veces de una manera inaplicable»

¿Y ese empujón al mercado negro a su vez qué otros problemas trae?

Figúrate que diariamente se emiten 30 normas en El Peruano y leerlas a uno le ocuparía todo el día, así que es imposible hacerlo -y estoy hablando de un abogado-. Entonces, cuando para una persona común y corriente el derecho formal se vuelve inaccesible, muy difícil o imposible de cumplir, lo que hace esta persona es crear un derecho paralelo e informal que es finalmente el que rige la gran mayoría de las relaciones en el Perú. Allí vienen vienen los mercados negros, que son manifestaciones de esa informalidad, ahí vienen los ambulantes, una generación de informalidad terrible.

Volviendo al ejemplo del divorcio entre la exigencia de trabajar desde casa y la imposibilidad legal de equiparte para hacerlo ¿llegó a solucionarse?

Dos meses después sacaron una norma legal donde decían que “de ahora en adelante están permitidas estas actividades” e incluían comercio electrónico, pero se tardaron dos meses en darse cuenta de algo medianamente obvio. Eso evidencia una falta de pensamiento “desde abajo” de las normas.

Pongamos otro ejemplo más: hay una buena cantidad de padres de familia divorciados que no podían cumplir con el deber de ir a ver a sus hijos porque no les estaba permitido, entonces ¿cómo les obligaban a cumplir? ¿saliendo con la bolsita del pan y mintiendo con un “voy a comprar” porque si alguien te paraba, no podías decir “estoy yendo a ver a mi hijo”? Eso es inaudito.

¿Podríamos decir que la producción legislativa, tal como está planteada hoy, te empuja a ser informal para poder cumplir con aquellas cosas que se espera de ti pero que la propia legalidad te impide?

Sí, y se crea un orden paralelo que se presta para quienes buscan aprovecharse de esta complejidad como una oportunidad para decir “como cumplir es muy difícil entonces ya ni siquiera examino el derecho formal y de frente me presto a la corrupción”. Ahí está la gran corrupción, en ese grupo de entre las grandes empresas que, pudiendo cumplir con las normas o con posibilidad de tener especialistas que monitoreen normas constantemente, so pretexto de este mal diseño simplemente dicen “esto es tan difícil que me voy de frente a cualquier solución”.

Finalmente, ya sea desde las perspectivas tanto del privado como el público ¿qué es lo que debemos hacer y/o exigir para impulsar la permanencia dentro de la formalidad y de la legalidad?

Desde el lado público, lo debemos exigir es que las normas sean pre-publicadas, para permitir su escrutinio y abrir un sano debate nacional. Por ejemplo, que cuando se vaya a emitir una norma sobre minería, se llame también a los mineros y a los sindicatos mineros para preguntarles qué piensan, para obtener normas consensuadas con más arraigo que una norma unilateral porque son legitimadas, sin sorpresas.

«se crea un orden paralelo que se presta para quienes buscan aprovecharse de esta complejidad»

Y cada uno trae su propio ángulo del conocimiento de su sector

¡Y lo aporta al diseño normativo! porque qué puede saber un congresista de un tema especializado como minería, salvo que haya sido minero, con lo cual podría haber un conflicto de interés- ¿o cómo podría tener conocimientos adquiridos del ejercicio de campo?

Lo segundo es el famoso análisis costo-beneficio de las normas que no se cumple. En vez de eso ponen un párrafo que creo que todos sabemos de memoria…

“El presente proyecto no irrogará gasto alguno al Estado”

¡Exactamente! ya nos sabemos ese burdo copy-paste, por el que hasta podría cuestionarse la legalidad de muchas normas porque no cumplen con ese requisito que es esencial.

Lo tercero es la tendencia nacional es a pedir más normas: en la cotidianidad, en los noticiarios vemos continuamente “esto debería ser regulado por una ley” que es un llamamiento fútil cuando tienes el otro lado (de la informalidad). Por eso, en vez de apuntar a la regulación como solución, deberíamos apuntar a reforzar la responsabilidad propia. Sino pasa como en este estado de emergencia donde el mismo Gobierno que nos ha saturado de normas -treinta diarias en promedio- termina diciéndonos “tú mismo eres responsable de tu vida”, una conclusión general a la cual habían llegado ya un sinnúmero de países ¿no era más fácil ayudar a las personas o motivarlas a ser responsables?

¿Te refieres a empezar al revés, desde ese llamamiento a la responsabilidad, y más bien luego recién normar aquellas conductas que transgredían lo que el momento nos exigía luego de identificarlas?

Por supuesto, y eso implica un esfuerzo ético, el de la responsabilidad como un esfuerzo de reflexión de decir “yo soy responsable, dueño de mis actos y mis consecuencias, y por lo tanto actúo de tal manera asumiendo lo que puede pasar” antes de empezar a normar. Pero si el Estado es una autoridad que presume a todos víctimas y nos permite exigirle que nos solucione todo, creas una población de menores de edad y luego así nos tratan a todos.

Si nuestra responsabilidad se transfiere a la autoridad ¿nosotros de qué somos responsables?

La autoridad afirma esa irresponsabilidad que ya tú ves en la calle: acá viene el papá -recto- castiga a su hijo y “listo, aprendió”. Sus hermanos repiten “bien hecho, para que aprenda” ¿Y cuándo le enseñaron al hijo? Eso es lo mismo que pasa con el Estado a nivel sociedad: estamos generando un país de personas incapaces de auto gestionarse es su responsabilidad y su ética, mientras solo seguimos saturándolas con normas, normas, normas… sin resolver el caos que estas mismas generan.

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