Joshua Jay: En lo que confían los magos

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Columnista invitado: Hans Rothgiesser. Economista de la Universidad del Pacífico con maestría en periodismo por la Universidad de Gales (Reino Unido). Actualmente miembro del Consejo Consultivo del Grupo Stakeholders.


Los magos no la han tenido fácil durante la pandemia. Por meses no han podido hacer presentaciones en vivo, que es su principal fuente de ingreso. Otros, como Joshua Jay, poseedor de un récord Guinness en trucos de cartas, encontraron la manera de continuar activos. Ya era famoso por haber hecho presentaciones en más de 100 países, además de haber escrito manuales de magia y un libro de historia, así como How magicians think, un libro que aplica teorías de sicología a cómo los magos construyen sus ilusiones. En el 2020 fue nombrado mago del año por la Society of American Magicians. En resumen, no solo es un mago que hace presentaciones, sino que además estudia cómo funciona la comunidad de magos.

Encontró, por ejemplo, que antes los trucos de magia en distintas partes del mundo mantenían un estilo particular. El pragmatismo de los trucos alemanes no es igual a lo ceremonial de los trucos japoneses. Sin embargo, Jay en los últimos años había estado notando que gracias a internet estos estilos se estaban comenzando a perder, porque ahora todos en el mundo tienen un solo referente: los videos de youtube. Esto democratiza el acceso a las técnicas, pero a la vez está homogenizando todo. En ese sentido, es algo bueno, pero también es algo malo.

Otro detalle interesante que analiza Jay tiene que ver con la propiedad intelectual de los trucos. ¿A quién le pertenece un truco de magia? Desarrollar uno hoy en día es un proceso costoso. Toma tiempo, experimentación, entrenamiento. El abogado especializado en derechos de propiedad Doug Isenbeg ha mostrado lo fácil que es hoy en día copiar trucos que uno ve en un video de internet. Si veo un video de Joshua Jay y logro duplicarlo, ¿debo pagarle derechos de propiedad intelectual? Hay un caso famoso en el que el mago Teller -del dúo Penn & Teller- demandó a otro mago por hacer precisamente eso. No obstante, esto fue posible porque Teller había registrado ese truco previamente en 1980. Según Isenberg, Teller se toma muy en serio los derechos de propiedad intelectual. Mucho más de lo normal.

En todo caso, es interesante que Jay considere que los mejores trucos requieren de técnica y de práctica, de tal manera que la mayoría de los magos en los Estados Unidos no se preocupe por registrarlos. Si los registra, tiene que revelar cuál es el truco. Prefieren no registrarlo y proteger el secreto por su cuenta. Esto ha llevado a que la comunidad de magos de ese país, que es una comunidad relativamente sólida e institucionalizada (incluso tienen locales en los que se realizan shows a los que se puede ir de espectador solamente si se es mago inscrito), valore de sobremanera justamente este fenómeno. Es así como acusar de plagio a un mago es una ofensa mayor.

El mago que está plagiando está mal visto y es sancionado socialmente. No obstante, el mago que es víctima del plagio no suele ser tratado como víctima. Él debió proteger mejor su secreto. Debió pensar en una forma de presentar su truco que no permitiera que éste fuera descubierto. Es un sistema que ciertamente funciona, si se considera que la industria de la magia en ese país está en constante crecimiento. ¿Qué nos está queriendo decir? ¿Qué lección podemos aprender?

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