Kung-fu contra la corriente

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Columnista invitado: Hans Rothgiesser


Tras la muerte del emblemático Bruce Lee, hubo mucha discusión acerca de quién sería el siguiente rey de las películas de artes marciales. Actores y actrices relevantes se enfocaban en ser el siguiente Bruce Lee, o tal vez una versión mejorada de éste. Pero no Fang Shilong. Él eligió un camino diametralmente opuesto, y así se introdujo, haciendo películas de artes marciales, en la industria del cine asiático.

Por supuesto que el punto de partida de este actor -conocido posteriormente como Jackie Chan- era su sobresaliente habilidad acrobática y su impresionante conocimiento de kung fu. Sin embargo, en ese apartado ya desde los años sesenta competía con otros muchos artistas igual o más hábiles que él. Pero Chan también era un buen actor, y no como tantos otros de sus compañeros de la Academia China de Drama, sino que llegó a ser parte del grupo de sus mejores estudiantes, conocido como las Siete Pequeñas Fortunas. De éstos, con Sammo Hung y Yuen Biao formaron lo que luego se conocería como Los Tres Hermanos, e irrumpirían en la industria del cine juntos.

De hecho, gracias a Hung es que Chan consiguió participar como extra en dos películas con el mismísimo Bruce Lee: Jīng Wǔ Mén (“Puños de Furia”) y Lóng Zhēng Hǔ Dòu (“Operación Dragón”). Esto le permitió obtener un papel, en 1976, en Xīn Jīng Wǔ Mén (“Furia Oriental 2”), una película de la escuela de las de Bruce Lee. Pero la dificultad que tuvo Chan para imitar el estilo de artes marciales de Lee -debido al que el suyo es muy distinto- hizo que la crítica suela describir este film como un fracaso.

Aun así, los productores apostaron por hacer con él algo completamente distinto: Le dieron la libertad para hacer algo más cómico. De allí llegaría en 1978 su gran éxito Zeoi Kyun (“Maestro Borracho”), que lo catapultaría a la fama. Esta película es considerada hoy en día como una de las cinco mejores películas de artes marciales de la historia.

Aunque en 1980 ya participaría del circuito hollywoodense con La Gran Pelea, que fuese tan lucrativo el ingreso a Japón de sus películas producidas en Hong Kong lo llevaría a concentrarse en él. Con películas como El Maestro de Los Dragones logró derrotar los récords que habían tenido las populares películas de Bruce Lee en dicho país. Coincidentemente, Fue en esta esa película donde Chan comenzó a explorar ese otro elemento que resultaría emblemático de sus películas: las elaboradas secuencias de acción filmadas sin efectos especiales.

Es decir, mientras en Hollywood usaban complicados efectos y aparatos para que sus actores salgan en pantalla haciendo piruetas y acrobacias que parecían imposibles, Jackie Chan y su equipo se entrenaban para hacerlas en la vida real. Un ejemplo es la escena de El Fugitivo en la que, gracias a los efectos especiales, Harrison Ford aparece lanzándose de una represa, acto que la estrella de cine nunca realizó. Casi al mismo tiempo, Jackie Chan saltaba de una represa de verdad. Sin efectos. Se cuenta que originalmente saltaría una actriz junto a él, pero se negó a último momento, por lo que la persona que aparece saltando junto a él es el productor de la película con una peluca.

Estos dos innovadores elementos (la combinación de artes marciales con humor y la dedicación a las acrobacias en la vida real) hicieron que Jackie Chan se hiciese de un nombre propio entre un mar de actores de artes marciales que aspiraban a ser el siguiente Bruce Lee. Hoy, Chan es una de las estrellas del cine de acción más reconocibles del mundo. Ha recibido reconocimientos tanto en Hollywood como en Hong Kong. En el año 2016, fue el segundo actor mejor pagado del mundo. Nada de lo cual habría logrado si seguía a la corriente.


Crédito de la foto: New Line Cinema / Warner Brothers

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