Llevemos la innovación a otro nivel

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Columnista invitada: Pamela Antonioli De Rutté, Gerente en Hub de Innovación Minera del Perú. Biotecnóloga con experiencia en formulación y desarrollo de proyectos de I+D+i y en gestión pública y privada relacionada a innovación.


La innovación es sinónimo, al fin y al cabo, de valor. No es una idea original ni creatividad, sino que involucra la implementación y validación de una propuesta que tiene réditos, que demuestra beneficios concretos. La innovación es, como decía Einstein, 1% inspiración y 99% transpiración.

Un elemento clave en el éxito de la innovación, y buena parte de esa transpiración, es el entendimiento del problema y la comprensión de las consecuencias que se desprenden del mismo. No siempre se puede tener una causa clara al problema (muchas veces múltiples causas) pero la conciencia sobre consecuencia y el impacto del problema es la materia prima fundamental para, como dicen en el mundo del emprendimiento, enamorarte del problema y no de la solución. Para resumirlo en una palabra “empatía”.

Un enfoque muy popular para incrementar la eficiencia de la innovación consiste en abrir las puertas a soluciones que puedan provenir de fuera de la organización. De hecho, los mecanismos más empleados de innovación abierta son aquellos que convocan, a modo de concurso, las mejores soluciones para un determinado desafío. Este mecanismo, bien gestionado, puede ser muy útil para construir sobre experiencias y conocimiento ya desarrollado, generando importantes ahorros en errores y tiempo. No obstante, existe un elemento adicional que supone una oportunidad enorme para la innovación y que es generalmente subestimado en este modelo bi direccional: el valor compartido.

Un elemento clave en el éxito de la innovación, y buena parte de esa transpiración, es el entendimiento del problema y la comprensión de las consecuencias que se desprenden del mismo.

Si en el entendimiento de ese problema que buscamos resolver no solo involucramos al actor directo sino a su contexto, podríamos identificar oportunidades adicionales para la generación de valor: desde una solución con beneficios extendidos (problemas comunes) hasta el co-desarrollo de soluciones o la sumatoria de esfuerzos para una implementación exitosa, ya sea de mayor impacto o de menor costo o riesgo. Así, por ejemplo, podríamos trabajar en soluciones que aborden cadenas de valor, territorios comunes y desafíos compartidos.

Con un enfoque ecosistémico siempre será posible encontrar un número mayor de beneficiarios de la innovación, pero esto requiere aumentar nuestra capacidad de empatía. ¿Estamos capacitados como país para escuchar al otro? ¿Estamos cultivando en las siguientes generaciones un espíritu de entendimiento y colaboración? Si queremos llevar la innovación a otro nivel es importante empezar a hacernos estas preguntas, de lo contrario, estaremos limitando el potencial de la innovación, una innovación que debería aspirar a generar valor compartido y sostenible.

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