«No somos solo una cuota femenina» – Leyda Gonzales, CTO de eBIZ

En el Día Internacional de la Mujer, conversamos con la gerente de Tecnología de eBIZ sobre los desafíos que ha enfrentado a lo largo de sus más de 14 años de desempeño en una profesión tradicionalmente considerada en la sociedad como masculina. El secreto para avanzar y llegar a puestos de liderazgo, afirmó, está en confiar siempre en sus habilidades y no dejarse "pisar el poncho".
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En eBIZ el 38% de la fuerza laboral y el 33% de la plana gerencial está conformado por mujeres. Leyda Gonzales Solórzano es desde hace un año CTO (Chief Technology Officer) de eBIZ y magister en Tecnología de la Información de ESAN. Desde niña se sintió atraída por los números y nadie limitó su interés por la computación, por lo que decidió estudiar ingeniería de sistemas en la Universidad Ricardo Palma. Los desafíos llegaron después, pero no se dejó intimidar y siguió avanzando con paso firme.

¿Siempre sentiste atracción por la tecnología, aun cuando en la sociedad prima el prejuicio de que se trata de algo masculino? ¿Desde niña, en el colegio, tenías afinidad con los números?

Me gustaban las matemáticas, las ciencias y la computación. En realidad, nunca he sentido ese sesgo de que por ser mujer tenía limitaciones. Creo que en el entorno donde me criaron y educaron no tuve eso. Yo vengo de un colegio católico de puras mujeres, así que no pude lidiar con hombres en clase. A nosotras nos dieron mucho empoderamiento en el colegio.

¿Y en casa?

En mi hogar siempre he tenido el apoyo de mis padres. Bueno, yo era la mayor y mis padres invirtieron en mi educación, me apoyaron. No vi ese sesgo. Mi hermano menor era hombre, pero a los dos nos trataban igual. O sea, no había eso de que porque tú eres niño haces esto y porque tú eres niña haces lo otro.

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¿Y cuando les dijiste que querías estudiar informática?

Tampoco se opusieron. Siempre me apoyaron.

Imagino que eran pocas las mujeres estudiando ingeniería…

Sí, recuerdo que en algún momento oí algún comentario machista, pero sobre todo en relación con la minería, que era visto como un mundo de hombres. Pero no me lo tomé a mal. Además, siempre me llamaba más la atención la rama de la ingeniería ligada a la tecnología. Y no me desanimé. Justamente me gustaba por ser algo más estructurado. Le encontraba mucho sentido porque soy una persona muy ordenada y buena en matemáticas. Lo tuve clarísimo, desde los 13 años.

¿Te enseñaban computación en el colegio?

Los cursos de computación solo eran de ofimática, pero yo era muy curiosa y en verano iba a los institutos para llevar cursos de diseño, talleres.

«Es importante que las mujeres sepan que no deben dejarse pisar el poncho. No solo somos una cuota femenina».

¿Y cuando entraste a la universidad había pocas mujeres en el salón? ¿Cuántas chicas eran?

Éramos un grupo de 33 hombres y sólo siete mujeres cuando ingresamos. A medida que avanzábamos en la carrera fue bajando la cifra. Al final, cuando me gradué, éramos dos chicas y como 30 chicos.

¿Sintieron entonces machismo en el ambiente? ¿Fue muy diferente el trato al que recibiste en tu casa y colegio?

Sí, claro. Ahí fue mucho más notorio el sesgo. Sobre todo, cuando tienes mejores calificaciones. Si yo sacaba un promedio bajo, los chicos estaban felices de que hubiera mujeres, pero cuando te veían como competencia, cambiaban. No dejé que eso me aminorara.

No te tumbaban…

Claro que no. Mis papás se quedaron en la provincia y yo vine acá a Lima siguiendo el ejemplo de mi tía, que también vino en algún momento y sobresalió. Mi abuela también fue un ejemplo. Siempre he estado rodeada de mujeres muy luchadoras y guerreras en mi familia, que me han demostrado que nosotros no tenemos por qué deberle nada a los hombres.

«Era un perfil raro en ingeniería, porque era extrovertida, pero seguí capacitándome, tomé cursos de coaching y me ayudaron mucho también en ese camino a las posiciones de liderazgo».

Al empezar a trabajar, ¿te dijeron alguna vez tus compañeros que venías a “cumplir la cuota femenina”?

Es importante que las mujeres sepan que no deben dejarse pisar el poncho. No solo somos una cuota femenina. Hay que defenderse. Empoderarnos. No se trata de simplemente asumir un rol o tomar una responsabilidad o un título bonito. Yo nunca sentí que estaba ahí porque me hacían un favor. Todo me lo gané. Quizás algunas mujeres crecieron en un entorno diferente, lleno de prejuicios y se resignaron a ese trato. Yo no. Salí del colegio pensando que todos somos iguales en derechos. Y cuando en algún momento encontré situaciones adversas, ya estaba fortalecida, no iba a aceptarlas. Sé lo que valgo y lo que tengo. Si tú como mujer no te crees el poder que tienes, te puede ir mal en todos los aspectos de tu vida, no solo en el trabajo.

Una cosa es programar, otra mandar a un grupo de gente…

Sí, además a mí siempre me gustó mucho la parte de gestión de proyectos. El análisis, el diseño, el interactuar con los usuarios. Eso se me hacía muy natural. Era un perfil raro en ingeniería, porque era extrovertida, pero seguí capacitándome, tomé cursos de coaching y me ayudaron mucho también en ese camino a las posiciones de liderazgo.

¿Y ha visto sacrificada su vida personal por asumir liderazgo en las empresas? ¿Cómo compaginar familia y trabajo?

En cada ámbito de la vida va a haber retos y se debe establecer prioridades. No podemos desconectarnos de un ámbito para entrar al otro, es algo que va a estar siempre unido. Pero debemos aprender a priorizar. Y bajar la intensidad según el momento en el que estamos.

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