¿Una nueva era para Twitter?

Tras confirmarse que Elon Musk compró Twitter, surgen inquietudes sobre los cambios en políticas que aplicará y el tipo de libertad de expresión que ostentará la conocida red social.
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Tras confirmarse que Elon Musk compró Twitter por US$44 mil millones, una de las ventas de gigantes tecnológicos más alta de la historia, surgen inquietudes sobre los cambios en políticas que aplicará y el tipo de libertad de expresión que ostentará la conocida red social. 

Si te gusta una red social, pero no todas sus políticas, la compras. ¿Se imaginan? Eso es lo que acaba de suceder. Un multimillonario, con un patrimonio que supera los US$264 mil millones, director de varias empresas tecnológicas, lo hizo. Se trata del empresario Elon Reeve Musk, un asiduo usuario de Twitter que no estaba de acuerdo con todas las políticas imperantes en la red del pajarito azul y decidió comprarla por US$44 mil millones. 

Quien fue cofundador de PayPal y hoy es director general de Tesla Motors, por mencionar algunos de sus cargos, tiene años quejándose de ciertos límites a los contenidos que hoy piensa cambiar. La operación de compra no fue sencilla, ni rápida, porque hubo reparos entre los accionistas que debió doblegar subiendo la cifra inicialmente ofrecida.  

Según el recuento citado por Xataka, su sueño de adquirir la red social cobró fuerza a fines de marzo, cuando habló de la necesidad de que esta sea manejada con código abierto. El 4 de abril Elon Musk sorprendió a todos convirtiéndose en el mayor accionista de Twitter, pero eso no fue suficiente. En medio del debate por su llegada, y los cambios que generaría, le ofrecieron formar parte de la junta de dirección, pero él no aceptó, como se dio a conocer el 11 de abril. Cuatro días después Musk ofreció comprar el 100% de Twitter por US$43 mil millones, lo que resiste el consejo de dirección. Y cuando parecía que la oferta no iba a prosperar por una “píldora venenosa”, se cerró la operación el 25 de abril.  

El empresario de origen sudafricano, pero nacionalizado canadiense y estadounidense, no está pagando con puro efectivo de su bolsillo la operación. Su riqueza está distribuida entre varias propiedades. títulos, bonos, etc. Musk pone casi la mitad entre efectivo o acciones, pero cubre el resto con un préstamo a varios bancos, entre ellos Bank of America, según detalló el Financial Times. 

La operación no es la más cuantiosa de la historia, pero está bastante cerca. En el 2016 Dell pagó nada menos que US$67 mil millones por la empresa de almacenamiento EMC, dando origen al gigante Dell Techonologies. Dos años después, IBM ofreció US$34 mil por Red Hat, una empresa que demostró que también podía ser rentable dedicarse al código abierto. Si miramos las redes sociales, recordaremos que Microsoft pagó US$26,2 mil millones por LinkedIn y Mark Zuckerberg consiguió WhatsApp por US$22 mil millones.  

Lo cierto es que Twitter ha costado más de lo que se pagó por Slack, LinkedIn, WhatsApp, Instagram, YouTube u otras. Solo es superada por la citada compra de IBM y la última aventura de Microsoft: los US$68 mil millones que ha ofrecido en enero por Activision Blizzard, titular de varias franquicias de juegos, entre ellas ‘World of Warcraft’. Estuvo cerca también la reciente adquisición de AMD (US$35 mil millones por Xilinx) y supero por poco los US$40 mil que el fabricante de unidades de procesamiento gráfico Nvidia ofreció por ARM en el 2020, pero que quedó en nada este año ante alertas de los reguladores.  

Lejos quedaron los años en que el pajarito azul era visto como el patito feo de las redes sociales, poque nadie lo quería adquirir. Frente a un popular Facebook y un creciente uso de Instagram, la red social de los 140 caracteres no se acerca al número de suscriptores de sus primos, pero tiene mucha más influencia en el manejo de opiniones y es, por excelencia, un referente para las noticias que difunden los medios de comunicación. Ni Google, ni Facebook (US$500 millones), ni Yahoo (US$12 millones) ofrecieron, en su momento, ni la décima parte de lo que Musk está pagando hoy: US$ 54,20 por cada acción ordinaria.    

¿Libertades renovadas?  

Más allá de los detalles sobre el precio y cómo se va a pagar, lo que inquieta a muchos es qué pasara con la red social ahora que tiene un nuevo dueño. De entrada, se habla de lanzar pronto una herramienta para editar los posts, algo que piden muchos usuarios condenados a borrar y volver a publicar cada vez que un hada se cruza entre las letras y cambia una palabra. Pero ese no sería el principal cambio.   

Desde hace muchos años Musk es un asiduo usuario y crítico de cualquier límite a la libertad de expresión en la citada red social. Hoy, con sus más de 83 millones de seguidores, quiere convertir a la red en un lugar donde no existan ni robots ni censura o moderación de contenidos. Sin embargo, existe el temor de que se pierda todo lo ganado en buenas prácticas para evitar discursos de odio.   

Es muy pronto para asegurar qué pasará exactamente. Erick Iriarte, CEO de eBIZ, declaró en CNN que lo preocupante es que una compañía que funcionaba bastante bien, ahora deba estar sujeta a una sola línea de pensamiento. Al tener un solo dueño – el 100% de las acciones – y ya no cotizar en Wall Street, los lineamientos y políticas dependerán solo de Musk. “¿Cuál es su definición de odio? ¿Qué pasa si no coincide con las definiciones de otros? ¿Esto no afectará a quien no piense como él?”, se preguntó.  

Twitter se ha convertido en una empresa privada que ya no está en el mercado bursátil. Tendrá que cumplir con las normativas recientes de la Unión Europea sobre control de contenido. Hasta ahora la red ha cumplido bastante bien con bloquear a radicales que incitan al odio, advirtió Iriarte, y esas prácticas se deberían mantener. Tendrá que montar un contrapeso y evidenciar de forma transparente las garantías a la libertad de expresión de aquellos que no coinciden con su propia perspectiva, pero sin dejar que la red se convierta tampoco en un espacio que fomente a los extremistas, añadió. 

«El ejercicio de libertades y derechos en entornos digitales ha superado largamente a las plataformas en si mismas, mantener dichas plataformas como espacio para mantener dichos derechos resulta fundamental para nuestra democracia», remarcó Iriarte.

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